1. Elegir el calzado adecuado
No sólo por la talla. Hay que tener en cuenta el modelo de las zapatillas. Las versiones de entrenamiento difieren de las básicas en muchos aspectos, pero para la salud de las articulaciones, lo principal es que el pie esté bien sujeto y que la suela sea flexible y amortiguadora, para que los movimientos bruscos, como los saltos, sean más seguros.
Lo mejor es elegir modelos diseñados para un deporte específico. Por ejemplo, las zapatillas de correr tienen una suela más alta en el talón que en la punta. Esto hace que el pie aterrice suavemente en el suelo. Y los modelos para el gimnasio casi no tienen diferencia, para que las zapatillas no salten y los pies se mantengan firmes en el suelo durante los ejercicios de fuerza.