Los cirujanos prohíben a los pacientes comer entre 6 y 8 horas antes de la intervención. Suele ser tiempo suficiente para que la comida salga completamente del estómago. Te explicamos por qué es mejor aceptar la sensación de hambre, en lugar de intentar comer a escondidas del médico.
Para evitar la aspiración
Debido a la anestesia general, el contenido del estómago puede subir a la garganta y luego entrar en las vías respiratorias. Este proceso se denomina aspiración. Una persona anestesiada no puede evitarlo.
Si esto ocurre, los médicos comienzan inmediatamente a despejar los bronquios del paciente. Pero a pesar de ello, el paciente puede desarrollar una neumonía por aspiración. En el 30% de los casos, mueren a causa de ella.
Hay otras complicaciones. Por ejemplo, mi colega tuvo un paciente que comió dos horas antes de la extirpación del apéndice, pero no informó de ello al cirujano. Durante la operación, el hombre fue intubado, es decir, se le introdujo un tubo especial en la tráquea para que pudiera respirar. En ese momento, le subió comida del estómago.
Hubo que cambiar el curso de la operación. La laparoscopia, en la que se realizan pequeñas incisiones, resultó imposible: debido a la aspiración y a la necesidad de despejar los bronquios, no se podía inclinar al paciente como era necesario. En consecuencia, hubo que practicar una laparotomía, una gran incisión longitudinal en el abdomen.
Los médicos despejaron las vías respiratorias por donde había entrado la comida. Pero a pesar de ello, el paciente desarrolló más tarde complicaciones: neumonía y bronquitis purulenta. Estuvo cinco días en la unidad de cuidados intensivos. Afortunadamente, sobrevivió.